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¡DIVINAS!: modelos, poder y mentiras

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no de los más grandes deportes sociales ha sido alabar la belleza, pero al mismo tiempo, menospreciar la inteligencia de su portador(a). Fenómenos como el ocurrido con Pietro Boselli, el modelo italiano maestro de matemáticas o la aspirante a Miss USA que hizo un experimento científico sobre el escenario en pleno concurso de talentos, son tratados como tales. Porque es inconcebible, para la sociedad actual, permeada aún  por tantos sesgos de género y clase, ver la belleza más allá de los valores para los que la concibió (dominación, poder, ornamento, etc). Asimismo, es tratada con frivolidad, pero  problemáticas como el racismo o la anorexia son dicientes sobre su papel en la sociedad.

 

Patrícia Soley-Beltrán, ganadora del Premio Anagrama de Ensayo 2015 por "¡Divinas!: modelos, poder y mentiras". Crédito: Benet Soley.

Patrícia Soley-Beltrán, ganadora del Premio Anagrama de Ensayo 2015 por “¡Divinas!: modelos, poder y mentiras”. Crédito: Benet Soley.

 

Por eso, cuando supe de “¡Divinas!: modelos, poder y mentiras“, ganador del Premio Anagrama de Ensayo 2015 y escrito por  Patrícia Soley-Beltrán, encontré un tesoro que todo aquel que estudie el fenómeno de la belleza y la moda actual (o que quiera saber por qué Cara Delevingne o Kendall Jenner hacen titulares y muchos las adoren, entre muchas otras inquietudes), debe estudiar.

 

Crédito: Anagrama.

Crédito: Anagrama.

 

Y por eso, tuve el placer de entrevistar a su autora, quien muestra en su obra una mirada que va más allá del mundo del modelaje  y habla de lo que representa hoy la imagen y todo lo que gira a su alrededor.

 ¿Por qué cree que ha existido tanta reticencia de la academia para ver la moda como un campo de estudio serio, cuando hoy permea prácticamente lo masivo?

Creo que hace ya varias décadas que se estudia la moda y la indumentaria desde los estudios culturales y existen diversas revistas académicas íntegramente dedicadas a ello; yo soy miembro del Comité Editorial de una de ellas: Critical Studies of Fashion and Beauty. Como explico en mi libro, la reticencia de algunos sectores está relacionada con un par de cuestiones. En primer lugar, una noción del cuerpo – la indumentaria está intrínsecamente relacionada con nuestra corporalidad – como un asunto de menor dignidad y elevación que la mente o el raciocinio. En segundo lugar, dada la asociación contemporánea entre feminidad y la moda, ésta tiende a percibirse como un tema de ‘segunda categoría’, al igual que las mujeres. Sin embargo, no debemos olvidar que grandes pensadores hombres como Georg Simmel o Walter Benjamin, por citar sólo dos, han analizado la moda como fenómeno.

¿En qué aporta esto “Divinas”?

La principal aportación de las Divinas es abordar las propuestas de identidad que realiza el márqueting de moda desde una perspectiva radicalmente diferente a la realizada hasta el momento: la del cuerpo. En concreto, analizo la figura de la modelo como un cuerpo que significa y abordo su estudio desde una perspectiva interdisciplinaria: historia, sociología cultural, filosofía, comunicación. El resultado es un texto original que divulga investigación académica siguiendo un hilo autobiográfico: de la niña que no sabe si ser Rita Hayworth o un intelectual francés, a la modelo andrógina que luego se convierte en estudiante y más tarde en investigadora y divulgadora. Mis deseos y mis fracasos, mis preguntas y mis respuestas, son el impulso que ha movido, y mueve, mi vida y del que ha resultado este libro que recoge veinte años de investigación. Por esta razón, el libro tiene una triple dimensión: personal, social y política.
 

Patrícia Soley- Beltrán en su charla TED “¡Cambiad el modelo!”. Crédito: TEDxBarcelonaWomen

 

¿Qué valores ve hoy que representan las modelos actuales? ¿Representan “valores” las modelos?

Sin duda, encarnan presentan un patrón de identidad para las mujeres, de deseo para los hombres y unos valores culturales dirigidos a todas las personas. Su figura es una ‘identidad modelo’ que representa y transmite normas y valores, como por ejemplo, género, clase, obediencia, autocontrol, juventud, camaleonismo, adaptabilidad, sexualidad, euforia, énfasis corporal, consumo, etc. Resultó fascinante investigar en qué momento histórico se añadió cada uno de estos rasgos en la figura de la modelo, pues están intrínsecamente conectados al contexto social, económico y político. En mi charla TED “¡Cambiad el modelo!” cuento desde la experiencia personal algunos aspectos de cómo este proceso configura nuestra mirada. Se puede ver gratis online aquí.
 
¿Cuál cree que es el papel de la modelo hoy, dentro de la industria?

Es su pieza humana más visible, la que concentra los sueños, las identificaciones y los deseos de los consumidores. Su figura ejerce una gran fascinación popular pues las modelos son la mejor estrategia de marqueting de las industrias de la moda y el lujo. Son un personaje promimente en nuestra cultura audiovisual digno de un estudio académico riguroso, como los que llevo más de una década publicando en revistas académicas y libros especializados.

 

Kate Moss y Cara Delevingne para Burberry. Crédito: Burberry.

Kate Moss y Cara Delevingne para Burberry. Crédito: Burberry.

 

Ahora bien, ¿Qué pasa con las editoriales? ¿Por qué esa manía de jugar con lo “políticamente incorrecto” y ofender a miles con prendas que tocan sin conciencia temas políticos o sociales (como Adriana Lima en Haití, por ejemplo)?

No creo que ese anuncio que pretendía homenajear a la gente de Haití, fuera un juego trasgresor, si no una metedura de pata que obedece a un modo trasnochado de mirar la realidad. Creo que pensaron genuinamente que juntar a una top con dos hombres haitianos con aspecto atemorizado y desnutrido en un tap-tap resultaría en un buen recurso visual. No se dan cuenta del mensaje poco compasivo y, en último término, racista que transmite esa imagen pues juega con un contraste cruel de desigualdad real entre poblaciones. En mi libro analizo otros ejemplos de desastres comunicativos, algunos de ellos relacionados con la ‘exotización’ de la diferencia, un recurso habitual en las publicaciones de moda.

Uno de los primeros ejemplos conocidos se dio poco después de la Segunda Guerra Mundial en el mercado de Montmarte, en París. Al darse cuenta de que el fotógrafo pretendía utilizarlas a ellas y al mercado como un fondo miserable destinado a realzar el lujo del New Look de Dior que lucía la modelo, las mujeres se abalanzaron sobre la pobre chica, le rasgaron la ropa y le estiraron del cabello. Simpatizo con la indignación popular pues, demasiado a menudo, en la actualidad se ha convertido en pasividad y envidia, ambos motores del consumo. Además, dicho episodio confirma el estátus simbólico de la modelo como figura pública. Sin embargo, la responsabilidad en la constitución de la desigualdad de la modelo profesional que, provisionalmente, encarna el modelo ideal es otra cuestión.

A menudo, ellas mismas proceden de extractos populares y tratan de procurarse un modo de subsistencia.

El año pasado vimos el “feminismo pop” en todo su esplendor, con el desfile de Chanel. ¿Cómo ve usted el feminismo en la moda? ¿Existe o es solo otra consigna política para vender?

En el caso de Chanel, daba risa, pues algunas consignas eran absurdas. Dio la impresión de no ser más que una apropriación para vender, una apropiación potencialmente indignante por banalizar una lucha muy dura para conseguir la igualdad de derechos de las mujeres en el mundo. No obstante, que se les ocurriera hacerlo me parece un indicio de algo positivo que debemos agradecer a los movimientos feministas. A saber, la lucha para la igualdad de derechos hombre/mujer ha conseguido que, finalmente, se empieze a entender que se trata de una cuestión de derechos humanos y que, por tanto, estamos ante un movimiento político revolucionario pacífico que no se puede soslayar ni negar. Y que, por supuesto, no está reñido con disfrutar del propio cuerpo. Más bien todo lo contrario.

 

Los "Ángeles" de Victoria´s Secret. Crédito: Getty Images.

Los “Ángeles” de Victoria´s Secret. Crédito: Getty Images.

 

Hay una frase en la serie “Sex and The City” que dice una de las protagonistas en cuanto a la imagen de las mujeres: “Nosotras debemos ser perfectas ante ellos. No respirar, ni siquiera sudar. Debemos parecer ángeles”. ¿Por qué a pesar de la supuesta reivindicación de lo “natural” (tenemos el Instagram de Gisele Bündchen o Cara Delevingne al alcance de la mano y haciendo precisamente todo tipo de cosas “cotidianas”) esta frase parece seguir siendo una ley?  ¿A qué punto ha llegado la imagen de la modelo y por ende del “deber ser” del ideal construido a través de ella para que el canon sea inamovible a pesar de aparecer sin maquillaje?

Muy buena pregunta. Creo que ha llegado donde quería llegar: a lo más profundo, donde se in-corporan, es decir, se hacen cuerpo las normas. De todos modos, al menos en revistas, una imagen ‘natural’ no implica que la modelo no lleve maquillaje, sino que va maquillada suave, de modo que parezca que no lleva nada. Me parece interesante problematizar la dicotomía natural/artificial. El ser humano es, por definición, una especie cultural, puesto que una sofisticada cultura (que incluye el lenguaje, las artes, las ciencias y la domesticación corporal, entre otras cosas) es parte esencial de nuestro especificidad. Que el cánon sea inamovible o no depende en un alto grado de nuestra respuesta como consumidoras. ¿Estamos dispuestas a saber más para reflexionar en profundidad y cuestionarnos nuestros modos de ver y de sentir? Esa es mi propuesta en ¡Divinas!

¿Pero entonces por qué se celebra que estas y las estrellas en general aparezcan “naturales” para mostrar “a la mujer real”, pero se les juzga si hacen otra cosa, como en el caso de las pobres Uma Thurman o Renee Zellweger? ¿Por qué se les aplaude si no se maquillan, pero se les juzga si tienen celulitis y las “pillaron” así en una playa?

La otra cara de la divinización es la execración. No se puede execrar a nadie ni nada que no sea ‘sagrado’, es una condición previa. Creo que debemos dejar de pensar de una vez en términos de natural/artificial,  real/irreal. Nos estamos perdiendo en nuestras propias categorías mentales. Una de las características del ser humano como especie es el desarrollo de un sofisticadísimo lenguaje y de la cultura. Es una de nuestras estrategias de adaptación y supervivencia. Desde este punto de vista, no se sostiene la división natural/artificial. El cuerpo es el lugar clave para incorporar (hacer cuerpo) las normas sociales y convertirnos en un ser humano aceptable.
 
¿Por qué a pesar de celebrar “lo sano” y “echar” a modelos “flacas” de las pasarelas de Cíbeles, por ejemplo, a algunas las siguen llamando “gordas” así sean talla cero?

El recurso retórico a la salud como argumento seguir insistiendo en la delgadez debería ser desenmascarado de una vez. Lejos de la obesidad, hay muchos tipos físicos sanos en el mundo y no todos son delgados. Hemos deformado nuestra mirada hasta tal punto que ya no mirarmos a seres humanos en las modelos, mujeres muy jóvenes, sino a perchas abstraídas que no queremos que nos conmuevan, ni transmitan sentimiento alguno, sólo producto y producto, una fría compra-venta, sin riesgo, ellas mismas un producto de consumo desechable. Pero al final se nos trata así a todas. En Divinas he dado voz a las modelos profesionales para que nos cuenten lo que se siente realmente en su posición. ¡Sus declaraciones resultan de lo más desmitificadoras!

 

Ashley Graham, a quien consideran "plus size" a pesar de tener una talla 14. Crédito: Ashley Graham/Facebook

Ashley Graham, a quien consideran “plus size” a pesar de tener una talla 14. Crédito: Ashley Graham/Facebook

 

Ahora bien, ¿Cree usted que nichos como la madurez o las tallas grandes puedan llegar a tener fuerza en el futuro? Aunque la modelo representa la juventud y te desechan por “vieja”, hemos visto un resurgir de las modelos maduras. O sencillamente… ¿es otro truco publicitario?

No he percibido ese resurgir de las modelos maduras en ninguna parte. ¡Todavía estoy esperando que me llamen! (risas). Bromas aparte, en relación a la edad, veo algunas figuras excepcionales de actrices o personalidades, pero no modelos de todas las edades utilizadas regularmente. Sobre las tallas ‘grandes’, obviamente es un nicho de fuerza creciente y me alegro.

¿Cree usted que el canon de la modelo estática y “sin pensamiento” podrá cambiar algún día? ¿Que se puede volver a los tiempos de las Supermodelos (con ellas con personalidades definidas y caracteres como los de Linda Evangelista y Naomi Campbell, por ejemplo), o sencillamente la industria se ha depurado tanto que le será más fácil conseguir a cualquier mujer (como las miles de modelos “iguales” de Europa del Este)?

No preveo que se vuelva al tiempo de la supermodelo, aunque siguen habiendo grandes modelos-marca. Tampoco tengo claro que se pueda decir que ellas tenían pensamiento, subieron como la espuma en un momento de globalización de los transportes, las comunicaciones y la industria de la moda. También entonces habían miles de ‘anónimas’, la mayoría, claro. Creo que la semblanza de proximidad que ofrecen las redes sociales sí han añadido cualidades ‘personales’ al perfil de las modelos más conocidas, hasta el punto de que en su cachet se valora el número de sus seguidores. Sin embargo, su ‘personalidad’ no deja de ser parte de su ser como producto, su personaje.

¿Qué representa la modelo en días en los que las “it girls” dominan el panorama y se han apropiado de los conceptos de “clase y gusto”?

Esta es una pregunta que requiere comprender cómo el concepto de clase ha permeado la identidad modelo desde sus inicios y cómo se ha ido transformando a lo largo de las décadas. Muy brevemente, de hecho, no fue hasta los sesenta que las modelos se las consideró como parte de la beautiful people. Antes se las clasificaba junto a actrices y bailarinas como parte del demi-monde y no eran aceptadas en sociedad. Se trataba a menudo de personas sin educación alguna, sólo podían aparentar ser mujeres de gusto de clase alta en su porte y ademanes pero, generalmente, ellas distaban mucho de serlo. Poiret no las dejaba ni hablar. Es una larga y fascinante historia del menosprecio al endiosamiento, y está directamente relacionada con valores culturales cambiantes, con cómo nos pensamos a nosotros mismos, así como con cambios políticos y económicos a gran escala.

¿Por qué a pesar de que las revistas femeninas muestran elementos tan anacrónicos y contradictorios, siguen vendiendo? “Sé tu misma pero ten 10 ejercicios para tener un cuerpo de playa”?

Bueno, esta pregunta se la reboto a la lectora y al lector que están leyendo esto. ¿Qué es un “cuerpo de playa”? Cualquier cuerpo que se vaya a la playa, ¿no? ¿De verdad creen que es tan importante adecuarse a un cánon imposible para ser feliz? ¿Por qué siguen comprando revistas que las hacen sentir siempre inadecuadas? ¿Resulta más placentero sufrir pero no dejar de creer en una fantasía de felicidad y perfección que aceptar las diversas realidades físicas, mentales y sociales del mundo?

 

Esta fue la campaña viral de Navabi contra el estereotipo del "cuerpo de playa". Crédito: navabi

Esta fue la campaña viral de Navabi contra el estereotipo del “cuerpo de playa”. Crédito: navabi

 

Y por último, ¿Cree que la moda podrá alejarse de la fama de “estupidez” que la circunda y se verá como un lugar donde hay más fenómenos sociales de los que se imaginan?

Creo que haber ganado el Premio Anagrama con un estudio sobre cuerpo, identidad y moda que, precisamente, revela la complejidad de los fenómenos en juego, es ya un indicio de que esa fama está siendo disuelta. El jurado y el editor han sido muy atrevidos, en su línea habitual hay que decir, pues a nivel popular todavía se dan muchos prejuicios. Por ejemplo, a mí me han llamado “estúpida” en Twitter gente que reenvia una foto mía de estudio y que, obviamente, no me conoce de nada ni se ha leído mi curriculum. Lo hacen sin pensar. Hay mucho prejuicio suelto, tanto entre intelectuales de la vieja escuela como en la población general.

Es una industria culturalmente y económicamente muy influyente, que mueve millones de cuerpos, deseos y dólares en todo el mundo. De modo que, a mi entender, el prejuicio no es fruto de la ignorancia, sino de la hipocresía. Es obvio que intelectuales, como el mencionado jurado del Premio Anagrama de Ensayo, ya no piensan así. El reto está ahora en las personas lectoras. Creo que las ¡Divinas! están desmontando definitivamente esos prejuicios, pues me escribe mucha gente, hombres y mujeres, para decirme que, a pesar de que nunca les había interesado el tema cuerpo-identidad-estética están disfrutando maravillados, divirtiéndose y aprendiendo sobre la sociedad y sobre sí mismos. Eso, para mí, es el mejor premio.

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