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En el Bicentenario de la Independencia, la moda y la historia se unen

¿Q

ué tiene que ver la moda con la historia como para incluir un desfile en las actividades de la celebración del Bicentenario de la Independencia de Colombia?

Eso se preguntó el gobernador de Boyacá cuando le propusieron reunir en una pasarela a diseñadores de Colombia, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia y Venezuela.

 

Virgilio Madinah

Créditos de fotografía: Jhon Cadena / FashionCreators Group

La respuesta la encierra un nombre de mujer: Juana Velasco de Gallo. Esta heroína de la gesta libertadora, además de entregarle al ejército de Simón Bolívar a sus dos hijos y una recua de caballos, organizó a las mujeres y sastres de Tunja para coser 2.000 camisas, casi que en un día, y así vestir y abrigar a los valientes soldados que cruzaron el Páramo de Pisba, provenientes de los llanos orientales, escasos de ropa, enfrentando el frío, la lluvia y el hambre.

Bolívar, en homenaje a ella y a las mujeres tunjuanas, celebró el 6 de agosto de 1819, vísperas de la Batalla de Boyacá, un sencillo acto social, que en el siglo XX se convirtió en el tradicional Baile de Gala en el Club Boyacá con el fin de recordar este generoso acto vísperas del triunfo patriota, que luego se extendió por las naciones andinas.

Por eso, el pasado 5 de agosto, en la nueva Terminal de Transportes de Tunja, que lleva el nombre de la heroína local, se llevó a cabo el desfile que reunió a Fabrizio Celleri, de Ecuador; Tony Vergara, de Panamá; Nidal Nouaihed, de Venezuela; Rosita Hurtado de Bolivia; Yirko Sivirich de Perú, y Virgilio Madinah, de Colombia.

 

Virgilio Madinah

Seis estilos muy diferentes con un solo toque en común: cada uno de ellos trató de incluir algo de ese origen e historia común que tienen estas naciones, que en algún momento hicieron parte de la Gran Colombia. Algunos los hicieron desde lo artesanal, otros inspirados en sus comunidades indígenas sobrevivientes o desde el paisaje de selva o montaña, y todos conscientes de que ese sabor local, reinterpretado, es lo que puede hacer que la moda latinoamericana se destaque a nivel mundial. 

“Realmente lo interesante de ver el trabajo de estos colegas aquí reunidos es cómo logramos la reinterpretación de nuestras culturas y etnias para escalarlas y trascender de un traje típico o de lo artesanal, a creaciones más contemporáneas”, comentó Fabrizio Célleri, de Ecuador.

Los participantes también reconocieron que para ellos los diseñadores y la moda colombiana son un referente por su calidad, sus propuestas y su evolución. “Colombia nos influencia porque tiene un diseño muy fuerte y creadores increíbles; nos inspiramos en la gente que ofrece excelencia como los colombianos”, dijo Tony Vergara, de Panamá.

Y así se notó en este desfile bicentenario, en el que se destacó la pasarela del colombiano Virgilio Madinah. Conocido más por sus creaciones para mujeres, especialmente vestidos de novia, este sincelejano presentó su tercera colección masculina llamada ‘Lanceros’, en la que trabajó con artesanos de Boyacá durante varios meses. Retomó la tradicional ruana de cuatro puntas de este región y la reinterpretó en colores y siluetas. También utilizó varias  tejidos artesanales como el macramé mezclado con cuero o gamuza, o para hacer sacos.

Se arriesgó con el color al proponerle, a los más bien tradicionales hombres colombianos, incluir en esa paleta azul, café y negra, colores magenta, cereza, verde, dorado, bronce y cobre, y aun así logra hacerlo de manera discreta.

 

Virgilio Madinah

 

La variedad de materiales y la combinación de texturas también aporta versatilidad a esta colección: cuero, lana, dril, gamuza, lentejuelas cortadas a láser, jaquard, entre otros, para atuendos de prendas sobre prendas ideales para los inesperados cambios de clima de nuestras ciudades andinas o de deben enfrentar los viajeros. “He incluido el tweed, famosos en las mujeres, de una manera muy masculina”, agrega el diseñador.

Madinah rindió un homenaje a Juana Velasco como imagen estampada en las camisetas de algunos de los looks.

FABRIZIO CÉLLERI

Inspirado en las tribus indígenas de Santo Domingo de los Tsachiles, el diseñador ecuatoriano toma el blanco, azul y naraja, colores que utilizan las comunidades indígenas de esta región, como paleta para su colección primavera-verano 2020, ‘Colorada’, que incluye metalizados y dorados.

Como es característico de esta creador, mezcló materiales y texturas que van desde la ciberlina de seda hasta el algodón, pasando por el mesh de encaje, el juaquard, el chifon y las lentejuelas.

 

 

TONY VERGARA

El verde fue el hilo conductor de la colección ‘Arbórealiz’. El panameño utilizó por lo menos 10 tonos de este color en distintos materiales como representación de vegetación de la selva del Darién que comparten Colombia y Panamá, pero también por los colores de la obra de la artista Isabel de Obaldía, “y por el momento emocional que estoy viviendo”, comentó.

Se destaca el trabajo artesanal de los bordados, donde la serpiente es protagonista. “Este lo realizan mujeres Kunas bajo la dirección de mi madre que se encarga de este departamento en mi taller”. Estos bordados también los utiliza en los clutch y aretes.

 

 

NIDAL NOUAIHED

En su colección ‘Victoria’, el venezonalo se devuelve en la historia para mostrar la influencia de las cortes europeas en el vestir femenino en la época del descubriemiento y la colonia, con trajes que transportan a montajes teatrales. Un par de looks, como hermosos bordados, hablan de la otra cara de la moneda: las comunidades indígenas americanas. En contraste, los hombres llevan modernos esmoquins con estampados animal print, follaje y flores en telas satinadas, jacquard y sintéticos.

 

 

YIRKO SIVIRICH

Las fiestas de la diablada y la Candelaria que se celebrant en el departamento de Puno, en Perú, fueron el punto de partida de este diseñador peruano para su colección ‘Candelaria’, cuyo fuerte son las chaquetas y abrigos para hombres en baby alpaca y cuero, principalmente, resaltando el trabajo sartorial.

 

 

 

ROSITA HURTADO

Dos indígenas tendieron el puente entre el oriente y el occidente de Bolivia en la colección que presentó esta diseñadora boliviana de su línea Ixoye, “de prendas urbanas con propósito cultural que muestra, a través de los estampados de la ropa, la cultura latinoamericana”. Una es Rosita Pochi, que en guaraní quiere decir guerrera, que representa a las mujeres de la zona oriental de Chiquitania donde están las misiones coloniales de los Jesuitas, con sus flores grandes en la cabeza y muchos collares. Y a occidente lo representan las cholitas paceñas con su sombrero y trenzas. Los estampados también retoman los tejidos tradicionales de comunidades indígenas.

 

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