¿Q
ué somos y de dónde venimos? son las dos preguntas que constantemente los seres humanos nos realizamos, quizás para darnos una esperanza de conocer nuestros inicios y fantasear acerca de nuestro destino, o tan solo para entender que somos simple materia que debe disfrutar sin preocuparse por lo banal. Sea cualesquiera que sea la respuesta no podemos evitar reconocer que no hemos encontrado respuestas certeras y lo más cercano al entendimiento de nuestros orígenes es el redescubrimiento de la tierra, de qué se compone, cuál es su magia.
Porque, pese a que hemos sido divididos en distintos territorios , creado diferentes culturas, interiorizando diversas nacionalidades, todos vivimos en el mismo planeta, consumimos lo que crece de la misma tierra, nos componen los mismos elementos. Conocernos, parte del mezclar diferentes artes, oficios y saberes, comprenderlos y mezclarlos genera universos nuevos que al final, solo son un nuevo reflejo nuestro y de nuestro habitat. Es así como analizamos la colección de Olga Piedrahita y Telas Lafayette.
Proyecto a través del cual Lafayette como patrocinador del diseño colombiano unió el mejor talento del país para crear arte a través de los textiles.
Una fábrica de papel en Barichara y la curiosidad de Danielle Lafaurie fue todo lo que se necesitó para crear nuevos universos que nos recordaran, a través del textil, que somos la mezcla de elementos que esporádicamente se unieron formando seres únicos.
Luego de conocer la labor que se hacía en aquel pueblito de Santander, el grupo creativo de Olga Piedrahita decidió explorar a través del papel, la composición, estructura y potencial de diversos materiales provenientes del suelo como el achiote, el carbón, el fique, la cerámica, entre otros para crear una composición visual que posteriormente fue plasmada en diferentes bases textiles de Telas Lafayette.
La exploración, tenía como objetivo recordar nuestros orígenes, conectar con nuestros comienzos. Los estampados resultantes crearon nuevos universos que pese a tener un vínculo directo con nuestro pasado se conectaban con lo contemporáneo de nuestro presente, evocando la constancia de la materia y su evolución.
Al descubrir la belleza de los compuestos y los universos estéticos contenidos sobre las telas, quedó una duda: si todos los elementos se unen siguiendo su propio destino para formar la belleza del mundo que nos rodea, ¿Qué es aquello que nos guía día a día para que de modo individual formemos los micro universos en los que habitamos? ¿Acaso todos nos dirigimos a un mismo destino? ¿Somos atraídos por una misma energía? si funcionamos como una brújula, ¿cuál es nuestro camino, cual es nuestro norte?
Quizás nuestro norte es el mismo, pues al final todos nos conectamos con la energía que nuestro suelo provee. Para probar esto, los paisajes de Islandia los cuales, pese a estar a millones de kilómetros de Barichara, se asemejaban a las texturas impresas en las Telas Lafayette diseñadas por Olga Piedrahita.
Quizás nuestro norte se encuentra bajo nuestros pies, en el suelo que nos conecta a todos como seres humanos y tan solo debemos redescubrirlo.
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