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#Bcapital2018: el análisis de una experta en Coolhunting que es fan de la moda

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ui invitada por Fashion Radicals para observar el evento BCapital como un outsider del sistema de moda. Mi experiencia profesional proviene de base de la mediación cultural en Arte Contemporáneo donde trabajé durante 10 años, y otros 10 años de experiencia en la investigación y análisis de tendencias para la innovación en productos y servicios masivos con www.360trendlab.com. A la moda, me he aproximado desde la investigación de consumo y estilo da vida, pero no es mi expertise. Por eso este contenido no es exhaustivo ni final, es apenas una mirada y una propuesta a partir de la vivencia de un evento puntual. 

Puristas, expertos, gurús, vacas sagradas y realeza de la moda, están cordialmente invitados a debatir, complementar, diferir, precisar, refutar.  La idea no es opinar o dictar cátedra, sino abrir preguntas.

Para comenzar el análisis a partir de la vivencia en BCapital 2018 (pasarelas), dentro de un evento de este tipo, existen dos componentes principales: Por un lado en sí lo que es el diseño y la moda, las propuestas creativas; y del otro, el impacto del evento, la confluencia de factores en un momento puntual como estos festivales.

Las pasarelas de Bcapital 2018 las observé analizando el resultado desde producto, proceso, comunicación y experiencia o puesta en escena.

 

 

El análisis al diseño y la moda

En general (muy general), hay pocos diseñadores que logren un balance y una excelencia en estos 4 factores:

Algunos llevan su proceso con fórmulas que les resultaron exitosas en el pasado y las repiten sin enriquecerse con nuevos referentes, técnicas o actores. El resultado son productos que funcionan como “ropa”, con narrativas predecibles, más no tienen propuesta de diseño, y comunicación.

En otros casos el proceso necesita una edición en referentes porque el diseñador incorpora cada idea que se cruza por su mente sin la racionalidad para hilar y desarrollar cada una, el resultado es un producto con un ADN diluido, una narrativa literal, y con piezas unas buenas, otras regulares y otras de relleno, y puesta en escena que no sustenta el proceso.

En otros casos el proceso es tan pobre en inspiración y referentes, que el resultado es un concepto estéril, soportado por objetos sin valor de diseño, sin identidad. Las narrativas y clin d’oeil literales son frecuentes, dando luz a productos ordinarios (en el sentido de que ya son muy vistos, no emocionan o ni siquiera se distinguen) y puestas en escena llenas de ruido.

La experimentación sin narrativa y sin proceso también está en el repertorio resulta en producto que innova por innovar, sin fondo ni sentido, y que además repite viejos trucos de colecciones o peor, autores, pasados.

Otros tienen un proceso riguroso y rico, pero es tan intelectual que al traducirlo  en gráfica, materiales, diseño y finalmente a producto, no se evidencia. También puede ser carencia de narrativas, comunicación y puesta en escena al descuido, que no vinculan el fondo del concepto donde se mueve la marca.

Sin duda alguna, hay marcas más balanceadas, cuidadosas, ricas en procesos no sólo intelectuales sino de manufactura y de savoir – faire, traducido a unas piezas impecables,  un producto que genera valor, una puesta en escena igualmente significativa y con un mensaje aunado al hilo conductor de la colección.

Quisiera hablar de innovación después de lo visto pero la conclusión es que no hay vanguardia. Las tendencias de estilo de vida (predominantemente lo rock, lo artesanal o el back to basics) se encuentran en el mainstream en sectores como la gastronomía, el diseño de objetos y en la moda misma.

El análisis de la experiencia de moda

Por otro lado el elemento evento se descompone en los siguientes factores:

Rituales: Los rituales de los eventos de moda se combinan entre los tradicionales (pasarelas) y no tradicionales (show room, performance, intervenciones, experiencias de marca, pasarelas que rompen el formato lineal). Por supuesto, los formatos más tradicionales son un ritual social: existen en gran parte de la experiencia para que los pertenecientes a la crema y nata de la moda se vean, se reconozcan, intercambien, debatan.

Es también donde germinan las ideas y donde la crítica debería enriquecer y exigir al entorno. Estos rituales tienen un enorme potencial si tuvieran más medios para evaluar lo visto y experimentado, contando con criterios de profundidad y análisis.

También estos rituales son la iniciación de las nuevas generaciones en el universo de la moda. ¿Qué pasaría si estas nuevas generaciones fueran menos dóciles y benévolas con el status quo y en vez de querer pertenecer a la socialité establecida, tuvieran unos ánimos más de ruptura, cambio, pensamiento crítico e innovación?

Los formatos no-tradicionales enriquecen el momento, pero no logran suficiente impacto como para ganar terreno en innovación: Tienen fallas de difusión y mercadeo por lo cual los compradores potenciales no se acercan, faltan estrategias para conquistar nuevos públicos (si es que ese es un objetivo) y se queda en perpetuar el ritual tradicional que es de élite cultural.

Otras industrias creativas, incluyendo el arte, la música y el teatro se han preocupado recientemente por ser más abiertas, generar productos y momentos de más fácil acceso para principiantes o para interesados que no necesariamente pertenecen al mundillo cultural.

¿Por qué la moda en espacios como este, no genera mejores mecanismos de vinculación de nuevos públicos que proyecten a futuro impacto y sentido del sector?

En ese aspecto parece un sector rezagado en las tendencias de inclusión, de toma de sentido en lo social y cultural. Los intentos por hacer esto, invitación a artesanos o alianzas con organizaciones, siguen perteneciendo al status quo en donde no se abren verdaderos accesos a otros públicos.

Sigue teniendo una visión un poco colonialista en el cuadro de “moda incluyente”, en donde se abren las puertas a ciertas personas de comunidades menos favorecidas cuando la oportunidad está en hacer crecer un mercado y crear una pedagogía del consumidor en un ciudad tan diversa, tan activa financieramente y de un consumo palpitante como es Bogotá.

Podrían llenar ferias y estadios como lo han hecho los sectores que transitan entre el consumo de élite hacia el consumo “trendy” masivo, como el editorial, el gastronómico y el cultural, con rituales de todo tipo que se han vuelto estratégicos para el sector y benefician a todos los actores.

Ambos tipos de formato tienen una logística no que no siempre es fácil de coordinar pero sobre la cual no se pueden dejar cabos sueltos.

 

 

El análisis a los actores de la moda

Diseñadores, personalidades que representan las instituciones, los celebrities y la prensa son los actores tradicionales que sostienen el ritual. Nuevos actores como los influencers y bloggers son los disruptores de la difusión no sólo en la moda sino en general en todos los sectores poniendo en jaque la maquinaria de la publicidad y la difusión de noticias.

Su forma de narrar lo visto y sucedido, en la frescura del instante mismo, bajo su propio enfoque y direccionalidad, representan un enorme potencial para transformar la manera en que la moda es consumida, leída y apropiada. La pregunta es si estos influencers están perpetuando valores obsoletos de moda = buen gusto / mal gusto, moda = superficialidad, moda = estereotipos de belleza.

Revisando casos de algunos de ellos, nuevos infaltables del front row, se diría que no.

Pero sin embargo pregunto si están fomentando un medio más exigente, sano, diverso en términos de diseño o si en la euforia de compartirlo todo y narrar segundo a segundo desde lo personal /emocional, pierden ojo crítico y propagan un ideal clásicamente glamoroso aspiracional de lo que es la moda sobre propuestas que no obtienen ninguna crítica.

El alcance en la difusión de estos nuevos formadores de opinión es lo más interesante: llegan a miles de personas inclusive muy lejanas a la experiencia de estar en estos eventos y pertenecer a estos mundos. La pregunta es si en el discurrir de cientos de historias efímeras de Instagram se está construyendo un público que consume diseño, que se conoce y reconoce, si están creando cultura.

 

La Opinión de fan de la moda

Hay un gran actor: el fan. El evento se llena de fervorosos fans, en su mayoría muy jóvenes y afines al diseño, que logran conseguir el exclusivo pase para acercarse a los rituales de la moda.

Ellos podrían ser cruciales en el impacto, la visibilidad y el tráfico de estos eventos. Ellos son además el actor más fácil de complacer,  el que sustenta a los diseñadores y sus obras en el aplauso y en la admiración. Son el actor que hace que el ritual esté más vivo en su intento de re-crear o proponer looks, dando diversidad y ambiente a la fauna fashionista.

¿Qué pasaría si se convocara a estos eventos a la gran masa de fans de todas las edades, perfiles y colores, y se tuviera un visión más comercial y de apertura con mejores estrategias de mercadeo, difusión y pedagogía del consumidor?

¿Qué pasaría si se abrieran las puertas a experiencias que permeen la cultura en más capas y logren resonancia en lo colectivo? Insisto en que otros sectores lo están logrando, y que esto podría correr de forma simultánea con los rituales tradicionales donde emergen y se consagran figuras del diseño y donde las instituciones validan su quehacer y sus procesos internos.

Para cerrar el análisis quisiera reconocer que en estos espacios a pesar de tener un potencial aún no explotado, el esfuerzo que se realiza es enorme. Bogotá gracias a este evento está avanzando un paso hacia delante en su tímido sistema de moda.

Si observo desde el punto de fan el conjunto de todo el evento, es una gran experiencia para no sólo conocer en vivo lo que sucede en la moda, sino para fascinarse, maravillarse y obtener altas dosis de estímulo sensorial e intelectual.

Por esto mismo, creo que vale la pena que estas experiencias se puedan abrir y sensibilizar a más personas, convertirse en rituales marca-ciudad donde participa el colectivo y que sean sostenibles financieramente, aportando además magia y espacios de reflexión a la ciudad.

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