E
l Canto del brasero, en la voz inmortal de Pedro Infante, cerró la pasarela de Julia y Renata. Aquella melodía de 1955 revive la nostalgia de un inmigrante mexicano que, al llegar a Estados Unidos, siente en carne propia “la falta de estimación”, aquello que él mismo llama “quisque es descremenación”. Una tonada precisa para acompañar la colección titulada Frontera.Un título que, en el actual contexto de hostilidad migratoria en Estados Unidos, adquiere el peso de una declaración política, tal como lo expresaron Julia y Renata en una conversación previa al desfile. Esta declaración parte del reconocimiento de los límites del cuerpo físico como nuestra primera frontera. Como explicaron a Vogue: “‘Frontera’ se relaciona con los límites. La primera frontera que tenemos es la física: nuestro cuerpo. A través de él nos abrimos al mundo o nos protegemos de él. Por eso nos preguntamos: ¿dónde está esa frontera corporal y de qué manera podemos encarnarla?”. A este gesto se suma la evocación de símbolos gastronómicos y vestimentarios de la mexicanidad, anclando la colección en una identidad que resiste y florece.
Esa noción de frontera se traduce en el lenguaje visual de las prendas: líneas que fluyen sin interrupciones, y plisados que parecen no conocer límites. Las siluetas se fragmentan en cortes modulares creando formas libres de habitar el cuerpo. Las telas —gasas etéreas, crepés de seda, sedas satinadas con algodón y lino metalizado— se despliegan como capas envolventes y amigables con el cuerpo. La paleta cromática evoca paisajes minerales y ardientes: pólvora, gris acorazado, ceniza y basalto, atravesados por la intensidad de la pimienta roja y la profundidad de la obsidiana.
En la joyería y el calzado, Julia y Renata extendieron su universo creativo a través de colaboraciones con otras marcas mexicanas, donde los símbolos gastronómicos y vestimentarios se transfiguran en objetos preciosos. Lorena Zertuche, para Loló, transformó tortillas y totopos de maíz en reliquias encapsuladas en oro de 18 quilates, al tiempo que rindió homenaje al sombrero charro y a los huaraches —la alpargata mexicana—, también reinventados en oro. Venus y Loco, por su parte, tejieron minibolsos y cinturones con hilos de fibra de agave, teñidos con pigmentos naturales que evocan la tierra y el tiempo. Bakú Artesanal presentó huaraches confeccionados con piel de animales de consumo local, teñida con tintes vegetales, en un gesto de respeto a la tradición.
El reencuentro de Julia y Renata con Colombiamoda, quince años después de su primera presentación, se sintió como un regreso cargado de memoria y de futuro. Su visión, siempre vanguardista, sigue dando forma a piezas concebidas para perdurar, impregnadas de la fuerza y la belleza de la mexicanidad.
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